Notas sobre el nacionalismo by George Orwell

Notas sobre el nacionalismo by George Orwell

autor:George Orwell [Orwell, George]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1945-04-30T16:00:00+00:00


NACIONALISMO TRANSFERIDO

1) El comunismo.

2) El catolicismo político.

3) El sentimiento racial. La vieja actitud despectiva hacia los «nativos» se ha debilitado mucho en Inglaterra, y varias teorías seudocientíficas que insisten en la superioridad de la raza blanca han sido abandonadas[15]. Entre la intelectualidad, el sentimiento racial solamente se da en una forma traspuesta, es decir, como una creencia en la superioridad innata de las razas distintas de la blanca. Esto es ahora cada vez más común entre los intelectuales ingleses, probablemente debido al masoquismo y a la frustración sexual, más que al contacto con los movimientos nacionalistas negros y orientales. Incluso entre aquellos que no están sentimentalmente involucrados en el asunto racial, el esnobismo y la imitación ejercen una poderosa influencia. Casi cualquier intelectual inglés se escandalizaría ante la afirmación de que la raza blanca es superior a las otras, mientras que afirmar lo contrario sería irrecusable, incluso sin estar de acuerdo con ello. El apego nacionalista a las razas distintas de la blanca suele mezclarse con la creencia de que sus vidas sexuales son superiores, y existe una amplia mitología soterrada sobre la capacidad sexual de los negros.

4) El sentimiento de clase. Entre los intelectuales de clase alta o media, solo existe en su forma traspuesta, esto es, como creencia en la superioridad del proletariado. Aquí, de nuevo, la presión de la opinión pública entre los intelectuales es abrumadora. La lealtad nacionalista hacia el proletariado y el más despiadado odio teórico de la burguesía pueden a menudo coexistir con el habitual esnobismo en la vida cotidiana.

5) El pacifismo. La mayoría de los pacifistas pertenecen a oscuras sectas religiosas o simplemente son personas humanitarias que se oponen al homicidio y que prefieren no profundizar demasiado en las implicaciones de su pensamiento. Sin embargo, hay una minoría de pacifistas intelectuales cuyo auténtico —aunque nunca admitido— motivo parece ser el odio a la democracia occidental y la admiración por el totalitarismo. La propaganda pacifista suele reducirse a sostener que un bando es tan malo como el otro, pero si uno analiza con más detenimiento los escritos de los intelectuales pacifistas más jóvenes, descubre que bajo ninguna circunstancia expresan una desaprobación imparcial, sino que se dirigen casi enteramente contra Gran Bretaña y Estados Unidos. Además, por regla general no condenan la violencia como tal, sino solo la usada en defensa propia por los países occidentales. A los rusos, al contrario que a los británicos, no se les culpa por defenderse por medios bélicos, y de hecho toda la propaganda de este tipo elude mencionar a Rusia o a China. No se exige, de nuevo, que los indios repudien la violencia en su lucha contra los británicos. La literatura pacifista abunda en afirmaciones equívocas que, si acaso, parecen presuponer que los estadistas como Hitler son preferibles a aquellos como Churchill, y que la violencia es quizás excusable si es lo bastante violenta. Tras la caída de Francia, los pacifistas franceses, enfrentados a una disyuntiva que sus colegas ingleses no se vieron obligados a considerar, optaron



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